¿De qué color es nuestro entorno? ¿Vivimos rodeados de zonas verdes o en nuestro barrio dominan el hormigón y el asfalto? No son preguntas al azar. En un reciente post decíamos que rodearse de verde mejora la salud, literalmente. Algunos estudios indican también que la facilidad de acceso a una zona verde actúa como inductor de los buenos hábitos y que las personas que viven en proximidad con la naturaleza tienen más posibilidades de realizar actividad física de forma continuada.
En el 2008 se publicó el Green Space Scotland Research Report. Se trata de un estudio exhaustivo que relaciona la actividad física de la población británica con la proximidad y características más o menos verdes de parques, zonas escolares y espacios públicos disponibles en su zona. Los resultados identificaron la facilidad de acceso o proximidad a los espacios verdes con un incremento en los niveles de actividad física.
Los resultados de las investigaciones también mostraron la existencia de una relación directa entre la calidad y el acceso a los espacios verdes y el tiempo que los niños jugaban en los parques o que las personas mayores dedicaban a caminar. Sin embargo, el estudio también reveló que los atributos ambientales asociados al hecho de caminar (es decir, para desplazarse de un lugar a otro) diferían de los asociados a caminar para hacer ejercicio o para recrearse.
¿Qué es lo que nos impulsa a caminar?
Como señala el mencionado informe, algunos aspectos influyen más que otros en el hecho de que haya más o menos peatones circulando por la ciudades. Las dimensiones del núcleo urbano, la calidad global del barrio y su seguridad se asocian significativamente con el hecho de ir caminando al colegio, por ejemplo. Pero hay otros factores que consiguen disuadirnos de utilizar el transporte motorizado y nos convierten en personas activas. Elementos ambientales como el clima, un fácil acceso a espacios públicos abiertos como la playa o los parques y la presencia de rutas de senderismo, las rutas saludables, son factores decisivos. Tener un barrio transitable a pie o un carril bici está altamente relacionado con el hecho de que los ciudadanos se desplacen caminando o en bicicleta.
Efectivamente, la presencia de espacios verdes es buen estímulo para promover el ejercicio y aumentar la vitalidad. Además, practicar actividades al aire libre también tiene un efecto positivo en cuanto al bienestar psicológico. La exposición a espacios verdes ayuda a atenuar situaciones estresantes y actúa como un bálsamo frente a trastornos conductuales (como el TDAH) en los niños.
De todos modos, para llevar una vida activa en entornos naturales no es necesario irse a vivir al campo o habitar en exclusivos barrios residenciales. Bastará con localizar las zonas verdes más cercanas en nuestra cuidad o aprovechar los fines de semana y las vacaciones para entrar en contacto con la naturaleza para, así, ejercitarnos en un medio más saludable.
Fuentes y más información en:
Green Space Scotland Research Report, 2008
Las zonas verdes como factor de calidad en las ciudades, F.G. Lopera, 2005
Fotografía Jon-Flobrant – Unplash