Fundación SHE - "laCaixa"
Mejorar la comunicación con los hijos es la asignatura pendiente de muchos padres.

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Alguien dijo que tener un hijo no le convierte a uno en padre, del mismo modo que tener un piano no le convierte en pianista. Ser padre es también un aprendizaje que a veces no resulta fácil. Nuestros hijos crecen, observan, deducen y crean su personalidad, su propio mundo, en el que no siempre nos permiten entrar. Saber qué pasa por su cabeza, llegar a entendimientos y acuerdos positivos es cuestión de comunicación.

En general, nos falta tiempo para hablar con nuestros hijos o, mejor dicho, no le dedicamos el tiempo ni el interés que merece. Sobran pretextos cuando la comunicación es inexistente: el trabajo fuera o dentro de casa, el cansancio, la falta de encontrar el momento adecuado, la dedicación a otras “ocupaciones” como ver la televisión o usar el ordenador o bien simplemente la falta de habilidades comunicativas, es decir, el “no sé cómo hablarle para que me entienda”. Excusas a parte, lo cierto es que todos los niños y niñas de cualquier edad necesitan comunicarse con sus padres. No olvidemos que la familia es su punto de referencia en cuanto a valores y un lugar seguro donde poder admitir errores y superar frustraciones.

Es más efectivo dialogar que sermonear.

Algo que parece tan obvio como escuchar cuando nos hablan no es tan común entre padres e hijos. Algunos padres convierten el diálogo en un monólogo: exponen sus razones y dan opiniones, sin escuchar a sus hijos ni darles posibilidad de réplica. Los chicos, cando se dan cuenta, acaban por perder la motivación, desconectan o se escapan con evasivas. Es básico respetar los silencios y dar tiempo al otro a entender lo que se ha dicho e interpretar lo que se ha querido decir. Esta es una situación que se da con frecuencia, sobre todo entre los jóvenes adolescentes: los padres adoptan una actitud inquisidora sobre los argumentos de los hijos, creyendo que un discurso acabará por convencerlos. Y esto no acostumbra a funcionar.

Los niños tienen más necesidad de modelos que de críticas. No nos preocupemos tanto porque no escuchen y preocupémonos más porque nos observen. 

Cuidado con enviar mensajes contradictorios, lo captan todo.

Hay que procurar que lo que se dice sea coherente con la forma de decirlo. Si con la mirada, la postura o los gestos se está mandando un mensaje contradictorio al que dictan las palabras, se genera desconfianza. Así, si el niño ha hecho algo mal sin querer y el papá le dice, aparentemente en plan conciliador: “ya sé que no lo has hecho aposta y no estoy enfadado, pero tienes que ir con más cuidado”, pero lo hace frunciendo el ceño y en un tono seco y cortante, seguro que su hijo no va a creerle.

Algunos consejos para mejorar la comunicación entre padres e hijos son:

  • Escucha a tu hijo en el momento que lo necesite y no pospongas sus confidencias. Responde las dudas que le surjan e intenta buscar respuestas a su nivel.
  • Escúchalo atentamente y mírale a los ojos. Demuestra a través de tu actitud que le prestas atención y te interesas por su vida: sus amigos, sus clases, sus anhelos y preocupaciones.
  • Haz un esfuerzo por ponerte a su nivel. Ser empático no significa ser blando ni demasiado tolerante.
  • Comparte aficiones con él. Los momentos distendidos son los más propicios para la conversación. Aprovecha la hora de cenar, alrededor de la mesa, o el desayuno del fin de semana.
  • La comunicación es recíproca, sé comunicativo tu también. Muéstrale tus opiniones y exponle tus sentimientos. Si consigues crear un clima de complicidad será más fácil que se abra a ti.

Comunicarnos con nuestros hijos crea un vínculo afectivo que nos une a ellos por encima de la relación consanguínea y que, además, puede ser la clave para prevenir muchos problemas futuros. Sin embargo, no es una proximidad que se consigue de un día para otro, sino que hay que empezar a dialogar, a hablar, a comunicar, cuando todavía son pequeños. Afortunadamente, recuerda que nunca es tarde para empezar…

Fuentes y más información:

Asociación Española de Pediatría http://www.aeped.es ; María Luisa Ferrerós (psicóloga infantil)

Imagen: rawpixel on Unsplash