promover el desarrollo de hábitos saludables perdurables hasta la edad adulta, a través de actividades lúdico-educativas relacionadas con la nutrición, un corazón saludable y la importancia del ejercicio físico.
promover el desarrollo de hábitos saludables perdurables hasta la edad adulta, a través de actividades lúdico-educativas relacionadas con la nutrición, un corazón saludable y la importancia del ejercicio físico.
Healthy Habits for Life
«En 2009 educamos y seguimos a una muestra de 1.250 niños colombianos de 3 a 7 años de edad durante tres años. El plan es hacer un seguimiento de la muestra hasta el 2030. El ganador de este proyecto es la perseverancia.»
Dr. Valentín Fuster
Los hábitos de vida poco saludables pueden conllevar el desarrollo de enfermedades cardiovasculares. Datos recientes apuntan a que los hábitos de vida se adquieren en edades tempranas de 3 a 8 años, y que persisten en la vida adulta. El Dr. Fuster puso en marcha un estudio de intervención comunitaria en colaboración con famosos programas de televisión como «Barrio Sésamo» y «Plaza Sésamo».
El objetivo del programa, dirigido a niños de 3 a 5 años a padres y profesores, era promover el desarrollo de hábitos saludables perdurables hasta la edad adulta, a través de actividades lúdico-educativas relacionadas con la nutrición, un corazón saludable y la importancia del ejercicio físico.
El estudio, llevado a cabo en Colombia, incluyó a 1.216 niños de 3 a 5 años, 928 padres y a 120 profesores de 14 escuelas. Las escuelas participantes fueron divididas aleatoriamente en dos grupos (1:1): siete escuelas formaron parte del grupo de intervención para la promoción de la salud cardiovascular, mientras que las otras siete escuelas sirvieron de grupo control, es decir, no se realizó en ellas ninguna intervención (simplemente se hizo seguimiento durante el mismo período de tiempo para comparar los resultados, si bien, y una vez finalizado el estudio, los alumnos de estas escuelas sí que recibieron una formación similar.
Los niños incluidos en el grupo de intervención recibieron una hora diaria de educación sobre hábitos saludables y sobre cómo funciona el cuerpo humano. La educación se realizaba a través de videos producidos por «Plaza Sésamo» y juegos de mesa («juego del corazón»), así como a través de cuentos, canciones y mediante pósteres colocados en las aulas con temática relativa a la salud [1]. Adicionalmente, tanto los niños como los padres y profesores, participaron en seminarios de una hora a la semana («Día de la familia saludable»), en el que se repartía información impresa sobre cómo promover el ejercicio físico o mejorar la alimentación. A los padres también se les impartieron tres talleres enfocados a promocionar el consumo de alimentos saludables y la práctica de ejercicio. Por ejemplo, en zonas con poco acceso a parques o lugares de recreo, los padres fueron formados para animar a sus hijos para que usaran las escaleras en vez de los ascensores y a que caminaran en vez de tomar el autobús. Por su parte, los profesores recibieron una «guía del profesor» y atendieron a tres sesiones específicas de formación. Además, cada 15 días se reunían dos horas con un supervisor del estudio, que les guiaba sobre cómo transmitir los mensajes a los niños de forma óptima [1].
Al final de la intervención, los investigadores documentaron un mayor aumento en la puntación total sobre el conocimiento, la actitud y los hábitos saludables entre los niños que participaron en las actividades lúdico-educativas (+10,9%) en comparación con los niños del grupo que no recibieron esta formación (+5,3%). Este aumento también fue mayor en los padres y profesores del grupo intervención (+8,9% y + 9,4%) que en los padres y profesores del grupo control (+3,1% y +2,5%, respectivamente). Además, en el grupo de intervención esta mejoría en el conocimiento y en la adquisición de hábitos saludables perduraba, en todos los casos, después de un año de la finalización del programa [1].
Pasados tres años, los investigadores volvieron a evaluar a 598 niños y a 475 padres que habían participado en el estudio. Con respecto al momento en que se realizó el estudio, se observó una mejoría en el conocimiento de los niños del 15%, de un 51% en su actitud hacia el tema y de un 27% en sus hábitos de vida saludables. Adicionalmente, el porcentaje de niños con un peso adecuado pasó del 62% al 75% [2].
Sin embargo, se hizo una reintervención 7 años más tarde a 596 niños de entre 9 y 13 años del primer estudio, y se comparó con un grupo de 620 niños de la misma edad que no habían sido intervenidos en la etapa preescolar. No se encontraron diferencias estadísticamente significativas entre los grupos después de la intervención a los 9-13 años, por lo que parece importante que las estrategias de reintervención se realicen a edades más tempranas para para mantener un efecto sostenido de la intervención preescolar [3].
Referencias
Céspedes J, Fuster V et al. Am J Med, 2013, 126(1):27-35 e3. Targeting preschool children to promote cardiovascular health: cluster randomized trial.
Céspedes J,Fuster V et al. Am J Med, 2013, 126(12):1122-6. Promotion of cardiovascular health in preschool children: 36-month cohort follow-up.
Sustainability of and Adherence to Preschool Health Promotion Among Children 9 to 13 Years Old Fernández-Jiménez R, Fuster V et al. J Am Coll Cardiol, 2020, 75:13.