Los padres de Óscar han sido citados para hablar con la directora del centro educativo donde cursa la ESO. Parece que han pillado al muchacho, junto con otros compañeros, fumando marihuana durante el recreo. Tras recibir la noticia, los padres de Óscar se sienten decepcionados y enfadados, pero sobre todo desorientados. ¿Cómo pueden hablar del tema con su hijo?
Óscar es un adolescente que, como otros muchos, ha tenido un primer contacto con las drogas, sabiendo de antemano que pueden perjudicarle. Pero la juventud conlleva precisamente eso, desafiar y rebelarse contra las advertencias de los adultos y acercarse a nuevas experiencias. Este chico no es una excepción en este sentido, la curiosidad le ha podido, y este es un momento crucial para hablar sobre las drogas.
Las drogas como el alcohol, el tabaco o el cannabis están más cerca de los adolescentes de lo que pensamos. Son de fácil acceso y, hasta cierto punto, son aceptadas socialmente. A menudo, su consumo no es más que una manera de demostrar que ya no son niños, aunque también son una vía de transgresión para desinhibirse o identificarse con el grupo. Lamentablemente, el consumo generalizado de estas sustancias suele crear en los jóvenes la falsa percepción de que es algo normal y que no entraña riesgos, cuando verdaderamente no es así.
¿Cómo les hablamos de drogas en casa?
Lo más importante es encontrar un tono sencillo, razonable y directo, que sea útil y efectivo para alertar de los riesgos de las drogas. La mejor manera es tener un conocimiento real de las mismas, estar convencido de sus consecuencias negativas y demostrarlo con el ejemplo personal”.
Sentirse queridos y escuchados les ayuda a decidir con criterio
La estrategia del miedo no es eficaz a largo plazo y, además, acaba volviéndose contra los padres. Apostar por transmitir valores y conocimiento resulta lo más aconsejable en estos casos. Y, tras la información, llega el momento de los recursos emocionales. “Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres”, decía Pitágoras. Y educar en este aspecto consiste en enseñarles a decir no. Es preciso decirles que lo mejor es ser honesto consigo mismo y aceptarse tal y como son. Si por el camino se comete un error, o dos, es mejor hablarlo, que esconderlo.
Volviendo a Óscar, él y sus padres han mantenido una larga conversación sobre lo sucedido. Los padres se han mostrado serenos y tranquilos y le han dejado que se explique, sin coartarle, generando un clima de confianza. Finalmente, han acordado dejar que sea él quien decida.
‒“Mira, Óscar” ‒le han dicho‒, a partir de ahora puedes fumar o no fumar. Sabemos que si decides hacerlo puede que te sientas mayor y más importante. Pero si decides no hacerlo, ¡te sentirás aún más importante!, la decisión es solo tuya. Pero las consecuencias de hacerlo, a partir de ahora, también lo serán.”
Dejar que recaiga en el chico la responsabilidad de la decisión, en lugar de simplemente prohibir, parece un argumento arriesgado, pero de este modo Óscar no podrá inculpar de sus actos a sus padres. Fumar marihuana o no hacerlo es ahora su responsabilidad. Óscar se siente desarmado y mira a sus padres, que esperan una respuesta. ¿Cuál será su respuesta?
La Fundación SHE apuesta por promover la actitud crítica y la toma de decisiones en sus programas de intervención dirigidos a jóvenes y adolescentes.
Fuentes y más información en:
La cocina de la salud (Planeta)
Imagen: Unplash