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La complicada relación entre adolescentes y alcohol

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Las autoridades sanitarias alertan sobre un aumento del consumo de alcohol entre los adolescentes de entre 14 y 15 años. A esta temprana edad, la mayoría de los estudiantes de secundaria comienzan a familiarizarse con la bebida y prueba de ello es que, en 2013, el porcentaje de los jóvenes de estas edades que se estrenaron con el alcohol fue superior al 80 %. Las cifras no serían tan distintas a años anteriores si no fuera porque además ahora los jóvenes beben más y de forma más peligrosa.

Este lamentable fenómeno, que va en aumento, es conocido como “binge drinking” y consiste en beber mucho y en poco tiempo. Tan solo a modo de ejemplo, la mitad de los jóvenes de 17 años reconoce haber consumido cinco o más copas en un plazo de dos horas. Entre las causas de este atracón alcohólico destaca la gran aceptación que tiene entre los jóvenes, la falta de percepción de que están tomando un tóxico y el fácil acceso a la bebida. Esta forma de beber, concentrada normalmente en los fines de semana, manifiesta el aumento de los riesgos que tiene la bebida ya de por sí.

La falta de dinero, algo común entre los jóvenes, les lleva a veces a tomar bebidas alcohólicas de baja calidad que toman junto a drogas para aumentar su efecto, lo que provoca un cóctel explosivo. Los principales riesgos de estas mezclas se manifiestan en la pérdida de control y en el aumento de conductas de riesgo, con el peligro añadido de caer en una adicción. Si tenemos en cuenta que el principal problema de las personas adictas al alcohol es que no son conscientes de ello, en el caso de los jóvenes que beben solo los fines de semana, las posibilidades de adicción aumentan, debido al distanciamiento entre tomas.

El objetivo de la mayoría de estos chicos es coger “el punto” aunque, lastimosamente, muchas veces se pasan de la raya. ¿Dónde está el límite cuando hablamos de alcohol? Según los expertos, puede considerarse como un “atracón” de alcohol cuando se beben más de seis copas en varones o cuatro en mujeres en una sesión de consumo, es decir, en menos de tres horas. El consumo excesivo sucede en momentos puntuales y puede terminar en una intoxicación etílica debida a la falta de control.

En el caso de los adolescentes, la dosis de alcohol permitida debería ser cero. Las consecuencias para su organismo y su cerebro pueden ser nefastas y causarles graves secuelas.

Sin embargo, beba o no, hablar a un adolescente sobre los límites del consumo de alcohol puede ayudarlo a entender y racionalizar la ingesta. El consumo dependerá de cada organismo y de si es hombre o mujer, de su peso, de como tenga la tensión arterial y de si su hígado y su corazón están sanos. Los chicos, además, al tener una masa corporal mayor que las chicas, también tienen más volumen de sangre en el que diluir el alcohol. Todo esto explica que, tras beber una misma cantidad de alcohol, ellas se emborrachen con más facilidad. No olvidemos que el alcohol es una droga de acción rápida y metabolización lenta. Los primeros efectos empiezan a notarse antes de 10 minutos, y como máximo, entre 30 y 60 minutos después de beber. El rastro del alcohol suele tardar horas en desaparecer de la sangre, y lo hace a medida que el hígado lo descompone, por lo general a un ritmo de entre 10 y 15 gramos de alcohol por hora. Por lo tanto, hace falta entre una hora y una hora y media para que el alcohol de una lata de cerveza o un combinado desaparezcan de las venas. Sin olvidar que, a la mañana siguiente, nadie se libra de la desagradable resaca.

Fuente: Plan Nacional sobre Drogas (Ministerio de Sanidad de España); El Mundo Salud; La cocina de la salud (Planeta)

Imagen: Pixabay